domingo, 18 de noviembre de 2012

El pequeño topo.

En un bosque más cercano de lo que crees vivía un topo que siempre llegaba tarde a los sitios porque, como todo el mundo sabe, los topos no ven bien y, nuestro topo se perdía y llegaba tarde. Solía andar triste porque siempre se perdía la mejor parte de las fiestas, las reuniones importantes, etc.

Un día, estaba intentando llegar a una reunión de vecinos del bosque cuando se volvió a perder. Y quiso el destino que llegase al prado donde vivía el hada del tiempo ¡Mira qué suerte la del topo!  cuando el hada vio al topo comprendió lo que le ocurría, porque las hadas, aunque a veces parecen un poco tontas se enteran bien de las cosas del bosque. Y decidió, en vez de concederle la vista (que le habría solucionado todos sus problemas pero también habría hecho que la historia acabase aquí y ya no tendría tanta gracia y porque, además, las hadas a veces hacen cosas raras y enrevesadas) darle un reloj mágico que le permitía llegar a todos los sitios antes de tiempo.

Aquí la historia se divide: puedes elegir el final trágico e incomprensible (final uno) o el igualmente incomprensible pero menos trágico final (segundo final) es todo decisión tuya.

Primer final:

Pero el topo, como era tonto, sólo pensaba en poder ver bien. Así que vendió el reloj mágico para poder pagar un buen oculista. Sin embargo, al llegar al oculista (aparte de que la cita ya había pasado porque llegó tarde otra vez) le dijeron que su problema no tenía solución con unas simples gafas, que él necesitaba un perro lazarillo. El topo, al ser un topo no tenía el tamaño suficiente para poder tener un golden retriever así que se tuvo que aguantar. Además tenía que tener cuidado en no acercarse al claro donde vivía el hada del tiempo porque esta se había enterado de que había vendido su reloj y estaba un poco enfadada.

Segundo final:

El topo supo aprovechar el maravilloso regalo del hada y todos los animales comenzaron a llamarle crono-topo el topo del tiempo. Como ya no llegaba tarde tenía mucho mas tiempo para pasar con la gente e hizo muchos amigos. Pasaron los años y el topo murió pero toda su familia siguió conservando el reloj y llegando a tiempo a todos los sitios. Nacieron así los crono- topos que podemos ver hoy en día en cualquier esquina llegando siempre puntuales a todos lados (aunque suelen ir con vendas y/o con amigos porque no ven bien).

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